Fecha: 1949.
Expuesto en: Museo Nacional Fernand Léger en Biot (Alpes Maritimes), Francia.
Tamaño: 114 x 148 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Léger permanece en Estados Unidos hasta 1945, donde se hace, según sus propias palabras, “más ligero y menos rígido”. Sus cuadros empiezan a poblarse de personajes (acróbatas, ciclistas...) que juegan tranquilos en un mundo de color que se libera del dibujo. Quizá Léger, en este momento, exprese mejor que ningún otro europeo emigrado la fascinación por América como un nuevo mundo donde todo es posible: barcos de chimeneas humeantes, rascacielos de colores alegres y la estatua de la Libertad delante de todo. Léger atesoraba un espíritu naïf y su visión de la vida moderna fue tan ajena a la épica como al drama. La elaborada inexpresividad de visiones suyas como en esta obra procede de su insistente inquietud por lo prosaico, pero el mantenimiento de esta inspiración no será impedimento para que realice obras de traza mucho más lírica, en las que hay una nueva transparencia humana.
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